José Silva, un artista que domina las disciplinas artísticas más relevantes; pintura, danza, música, composición poética… El día 30 de junio cerró su exposición pictórica Sombra y Sueño con una performance denominada Una Caricia de Seda que Hiere donde se podía contemplar la convergencia de dichas artes. Siempre he pensado que los artistas multifuncionales desbordan demasiado su talento en intentar dominar varias actividades sin destacar particularmente en ninguna de ella, pero los años me han hecho dejar de catalogar al verdadero artista en poeta, pintor, actor. La persona que ama el arte y además tiene cierto don para reproducirlo, se ha de llamar artista sin más apelativos. Este tipo de espectáculos, a los que en Ceuta no estamos muy acostumbrados y que gracias a La Sala podemos disfrutar, hacen fluir una corriente de energía muy conmovedora en ambas direcciones, la del artista y la del público. Lástima que la poca difusión prive a las personas de asistir a un instante de creación, además irrepetible.
El show trataba en cierta forma de sincronizar con una corriente surrealista, donde el sueño ejerce una experiencia de pura catarsis, pero este debe estar sumido en inconsciencia, y esta característica quizá fuera la que le faltara a su espectáculo, demasiado consciente en representar algo inconsciente. La poemas interpretados a través de la danza y la voz, todos de producción propia, excepto el clásico Los placeres Prohibidos de Luis Cernuda, que se cataloga dentro de su etapa más surrealista, etapa que compartió con muchos de sus compañeros de la generación del 27, como Federico García Lorca o Rafael Alberti. También los poemas de José Silva se acercaban a la esencia del 27; mezclando lo populista y lo más intrínseco en cuanto que plantea una dicotomía entre espíritu y cuerpo, a través de la sensualidad, del erotismo y el desgarro sin compasión.
Gracias a este tipo de propuesta disfruto de la diversidad, por ese sentido de libertad que todavía puede aportarnos el arte. La libertad de crear y difundir las artes sin la necesidad de someterse a nada ni a nadie obligatoriamente. Esta libertad me hace respetar cualquier trabajo artístico e incluso cuando realizo una crítica, intento que se sea constructiva, ya que la asistencia a cualquier experiencia artística no consiste en atentar contra el artista, si no en disfrutar de su obra.
José Silva dedicó su performance al 15MCeutí
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