En el momento de leer estas líneas, miles de personas se han echado a las calles de ciudades y pueblos repartidos por todo el mundo. Ceuta no podía ser la excepción. A todos los convocados nos mueve un objetivo común: reclamar un cambio global. Pedimos una transformación de la sociedad y del propio hombre que anteponga los aspectos elevados de la vida humana (justicia, arte, amor, verdad y apoyo mutuo) por encima de los principios que han llevado a esta crisis sistémica: el tribalismo, el odio irracional, la brutalidad, la autoafirmación patológica y la autoadoración. Tal y como ha expresado con enorme lucidez el escritor José Luis Sampedro, el vigente sistema capitalista está disgregado, corrompido y en desmantelamiento. Es imposible evitar el cambio y el movimiento 15M surgió precisamente hace un año para hacer realidad este anhelo.
Quienes hemos decidido dar un paso adelante y comenzado a romper el aislamiento que ha propiciado el capitalismo para perpetuar su modelo antisocial, reclamamos mayor equidad y justicia para todos los habitantes de la tierra. Al mismo tiempo denunciamos la extrema pobreza que asola la tierra para que puedan subsistir pequeñas islas de opulencia y despilfarro que van dejando un rastro de destrucción ambiental y deshumanización. No podemos tolerar por más tiempo que los intereses de una pequeña minoría, no superior al 1% de la población, condene a la precariedad cuando no al hambre al 99 % restante.
El movimiento 15M exige una nueva política del bien común que no pasa exclusivamente por denunciar la corrupción entre los integrantes de la clase política. También requiere una mayor implicación ciudadana y la recuperación del verdadero significado de la democracia. Conviene recordar a todos, y este es un objetivo básico del 15M, q ue sólo hay una forma de democracia en el plano político: el ejercicio directo de la soberanía por las personas mismas, una forma de institución de la sociedad que rechaza cualquier forma de gobierno e institucionaliza la distribución igual del poder político entre todos los ciudadanos. Esta idea del pensador Takis Fotopoulos, hay que relacionarla con lo expresado por Cornelius Castoriadis para quién la democracia es el régimen en el que los ciudadanos son todos capaces de gobernarse y ser gobernados. Una última cita, atribuida Noam Chomsky: “Mientras la población general sea pasiva, apática, ..los poderosos podrán hacer lo que les dé la gana, y los que sobrevivan tendrán que contemplar el resultado”.
La recuperación de la idea de democracia política es un factor fundamental en el cambio estructural a nivel social que promulga el 15M. Una transformación que debe venir acompañada por el establecimiento de límites ecológicos a la actividad humana, la superación de la doctrina del crecimiento económico ilimitado y la superación del consumismo. Precisamente, este último concepto preside el lema de esta jornada de protesta pacífica: “no somos mercancía en manos de políticos y banqueros”. Estas palabras describen con claridad las causas profundas de esta crisis que no es sólo económica, sino también de valores y consideración de la propia humanidad del hombre. La mercantilización de la sociedad ha llevado a la obsolescencia del hombre, considerado como un objeto reemplazable, cuando no directamente desechado como un residuo molesto que puede arrojarse sin pudor ni remordimiento al vacíe de la pobreza y la marginación. Frente a esta visión del hombre y las relaciones sociales, el 15M reclama una nueva economía fundada sobre el principio de que no hay riqueza sino vida. Exigimos un cambio de una economía monetaria basada en el poder y la productividad a una economía vital sustentada en la participación y la capacidad creadora. Una economía vital que requiere un nuevo plan de vida concebido en función de las necesidades superiores del hombre.
Si fuéramos capaces de sustituir la economía monetaria por la vital ningún gobierno se plantearía rescatar a los bancos mientras que miles de personas pierden sus casas y sus trabajos por una reforma laboral que prima los intereses de empresarios sin escrúpulos. Tampoco se entendería que se redujeran los presupuestos en educación y sanidad al mismo tiempo que se otorga una amnistía fiscal a los defraudadores, en un país, como España, con los mayores índices de evasión fiscal y menor capacidad de recaudación de todos los países de la Unión Europea. No, no es verdad que España gaste por encima de sus posibilidades. Lo que sucede en este país es el resultado de una transición democrática inmodélica que ha permitido la continuación de un régimen económico oligárquico. Un régimen que sangra a las rentas del trabajo a la vez que mima a las cuantiosas rentas del capital en manos de un pequeño grupo de personas. Un sistema fiscal más justo y equitativo permitiría recaudar al Estado suficiente dinero para acabar de un plumazo con el paro en España, creando miles de puestos públicos.
Por mucho que proclamen políticos y banqueros sí que existen alternativas. De nosotros depende alcanzarlas. En ningún momento de la historia los cambios sociales y el reequilibrio del poder económico y político han sido entregados de manera gratuita. Hay que luchar por ellos y en este empeño trabaja el movimiento 15M, desde Ceuta y desde los más lejanos rincones del mundo.
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