Según el gran escritor inglés G.K. Chesterton el capitalismo se define como “aquella organización económica dentro de la cual existe una clase de capitalistas, más o menos reconocible y relativamente poco numerosa, en poder de la cual se concentra el capital necesario para lograr que una gran mayoría de los ciudadanos sirva a estos capitalistas por un sueldo”. Esta definición figura en uno de sus ensayos titulado, de manera significativa, “los límites de la cordura”. En este libro trata la cuestión social y su propuesta del distribuismo consistente en la distribución equitativa de la propiedad privada entre la ciudadanía para evitar los oligopolios a los que tienden las grandes empresas. Para Chesterton el acaparamiento que hacen los trust deberían ser tratado como una conspiración, sobre todo contra la libertad de los individuos.
En la historia de la humanidad se pueden advertir una serie de elementos comunes cuya relación ha marcado el devenir de los pueblos y las civilizaciones. La historia parece establecerse como fruto de una oposición dialéctica entre libertad y necesidad. A este aspecto dedicó León Tolstoi los últimos capítulos de su monumental obra “Guerra y Paz”. Quién tanto había profundizado en el conocimiento de la condición humana se dio cuenta de que “todo acto humano se nos presenta siempre como una cierta mezcla de libertad y necesidad. En fin, observamos en cada acto que examinamos una cierta parte de libertad y otra de necesidad, y en todos los casos cuanta más libertad advertimos en un acto, menos necesidad descubrimos en él, y viceversa...De modo que cuanto mayor nos parezca la necesidad, menor se nos antoja la libertad”.
Descendiendo a la realidad, las ideas de Chesterton y Tolstoi se pueden aplicar a un hecho concreto que sucede en Ceuta, el monopolio en manos privadas de una necesidad básica como son las comunicaciones marítimas con la Península. Desde la perspectiva que estamos analizando esta cuestión, el acaparamiento que hacen ciertas empresas privadas de la principal vía de transporte de personas y bienes entre Ceuta y Algeciras habría que calificarla como una conspiración criminal contra la libertad de todos los ceutíes, una autentica tiranía consentida por las autoridades locales, nacionales y europeas desde hace décadas. Nada de extrañar teniendo en cuenta el sistema económico vigente en nuestro país. Basta recordar las palabras de Adam Smith, el padre del liberalismo económico, según el cual la tarea principal del gobierno era la defensa de los ricos contra los pobres.
Sería infantil por nuestra parte pensar que la tiranía que ejercen las navieras sobre los ceutíes es un hecho aislado y singular. Más bien habría que entenderla dentro de la lógica capitalista para quien el concepto de respeto a la dignidad humana no encaja en su visión de la realidad. Su único objetivo es la obtención de beneficio y cuanto más mejor. Contra esto poco pueden hacer los gobiernos y mucho menos los ciudadanos. Poco les importa a las empresas navieras que los ciudadanos protesten o los gobiernos les amenacen con posibles sanciones. La única solución radica en la superación de lo que Lewis Mumford llamaba “la falacia de los sistemas”. Según Mumford, “ningún organismo, ninguna sociedad, ninguna personalidad, puede ser reducida a un sistema o ser eficazmente regulada por un sistema”. Algo que puede observarse de manera clara y directa en la economía. Si el capitalismo se siguiera como un sistema puro, tal y como se aplicó en el siglo XIX, sería humanamente intolerable, lo que lo ha salvado de la subversión violenta ha sido la absorción de las “herejías” del socialismo, -las empresas públicas y la seguridad social- que le han dado cada vez mayor equilibrio y estabilidad.
Si conseguimos superar la estrechez mental que nos impide apreciar la verdad de los hechos que hábilmente nos ocultan el establishment económico y político, nos daríamos cuenta de que los principios capitalistas no sirven para todo tiempo y ocasión, como tampoco lo son los postulados de otros sistemas económicos como el marxismo, el comunismo, etc…De este modo, y como nos recuerda Lewis Mumford, “Aristóteles, al igual que los redactores de la Constitución de Estados Unidos sabiamente favorecieron un sistema mixto de gobierno, al mismo tiempo que defendieron una economía mixta, no temerosos de invocar medidas socialistas cuando la libre empresa lleva a la injusticia o la depresión económica, o para favorecer la competencia y la iniciativa personal cuando los monopolios privados o las organizaciones gubernamentales se atrancan en la apática seguridad y la inflexible rutina burocrática”.
Así que para superar una situación como la que vivimos en Ceuta en la que el monopolio privado de la satisfacción de una necesidad básica está mermando nuestra libertad es hora de reclamar soluciones al margen del capitalismo e invocar medidas socialistas como la creación de una empresa estatal que garantice el servicio de comunicación con la Península Ibérica a unos precios razonables y con una prestación de servicio y calidad acorde al nivel de desarrollo de nuestro país. No sé porque puede existir una empresa pública de transporte ferroviario y no una línea de transporte marítimo igualmente estatal para que los ceutíes estemos unidos al resto de España.
José Manuel Pérez Rivera
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